Villa Sciarra, la Villa de Pavos Reales Blancos
A lo largo de las laderas del Janículo en la época de la antigua Roma habían lucus y hortus y, de hecho, la zona a finales del siglo primero. a.C fue parte de Horti de César. Aquí estaba la villa suburbana donde pasó su estancia romana Cleopatra. Probablemente fue construido para ella el primer templo dedicado a las divinidades orientales, sobre el cual, en el siglo IV, se erigió otro templo del cual se encontraron testimonios hace aproximadamente un siglo durante unas obras arqueológicas.
Durante la Edad Media, el área permaneció fuera de la ciudad y en el Renacimiento se convirtió en un viñedo propiedad de la iglesia de S. Maria ad Martyres (el Panteón); fue adquirida en 1575 por Mons. Inocencio Malvasia, quien construyó el Casino Malvasia, que ahora se encuentra en el terreno que pertenece a la Academia Americana.
Con la construcción de los Muros de Janiculo, el área de la villa se incluyó dentro de la ciudad y adquirió un gran valor y fue entonces que fue comprada por los Barberini, quienes también construieron el Casino Barberini, que hoy es el edificio principal de Villa Sciarra.
A principios del siglo XVIII fue propiedad de la familia Ottoboni por un período corto, porquè en 1746 fue comprada nuevamente por Cornelia Costanza Barberini, esposa de Giulio Cesare Colonna de Sciarra; ella amplió el parque incluyendo toda el área del Janículo y Monteverde entre las antiguas murallas aurelianas y las nuevas murallas janiculenses.
La Villa, encerrada dentro de las murallas de Roma, disfrutaba de una posición estratégica desde la cual se podía dominar la ciudad; en 1849, probablemente por esta razón, fue elegida por los insurgentes de la República romana como el último baluarte defensivo contra las tropas francesas llegadas para ayudar el papa.
El área de la Villa del noble Barberini-Sciarra era un baluarte natural de Roma, de hecho, las tropas republicanas volaron Ponte Milvio, cerrando así la posibilidad de llegar desde la Vía Salaria y se atrincheraron en el triángulo entre la antigua Puerta Aurelia (ahora llamada Puerta San Pancracio), Puerta Portese y la cima del Janiculo, un área bien defendida por las nuevas Murallas Janiculenses. Además, la posición permitió controlar el antiguo vado del Tíber, lo que favoreció el desarrollo de la antigua Roma.
Los defensores de la República romana se atrincheraron en Villa Sciarra durante más de un mes y desde allí se defendieron de los ataques franceses; en la noche entre el 21 y el 22 de junio, las tropas francesas desde infraciones abiertas en las murallas entraron en la Villa y la lucha continuó incluso en el jardín desde el cual los franceses crearon una nueva línea de trincheras antes de otra ofensiva; el parque fue devastado y el Casino principal sufrió graves daños, mucho peor sucediò a Villa Malvasia y otros edificios más abajo que fueron destruidos.
Después del final de la República romana y del final de Estado Pontificio, los Barberinos restauraron el Casino y el parque que a menudo albergaba a la alta sociedad de Roma, que ahora se ha convertido en la capital del Reino de Italia. Entre los invitados habían nobles, políticos, ricos empresarios burgueses, artistas y escritores. Entre los escritores se encontraba Gabriele D’Annunzio, amigo personal de Maffeo II Barberini Colonna de Sciarra, quien estableció el duelo entre Andrea Sperelli y Giannetto Rutolo, personajes de la novela "Il Piacere", en Villa Sciarra.
Pero el príncipe Maffeo Barberini Sciarra II se aventuró en especulaciones erróneas y, al final, se vio obligado a vender la villa. En 1889, se hizo una urbanizaciòn después de un acuerdo con la Municipalidad de Roma y la Compañía “Italiana Fondiaria” para hacer el área edificable, asì nació el vecindario de Monteverde Viejo. La Villa, por otro lado, fue subastada y comprada por una pareja de ricos estadounidenses, George Wurts, un amante de los jardines, y su esposa Henriette Tower, una rica heredera de Philadelphia.
Los Wursts en la Villa realizaron muchos trabajos de restauración y embellecimiento y le dieron una impronta neoclásica, pero lo que más sorprendió a los habitantes de Trastevere fueron los pavos reales, animales exóticos que los dos millonarios extravagantes dejaron libres en el parque de la villa que tomó el nombre de Villa de los Pavos Blancos
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