455: Vienen los vándalos
Hay acontecimientos en la vida de una ciudad tan terribles de quedar tambièn marcado por advertencias verbales el idioma de sus habitantes; hoy en Roma para advertir de una catástrofe inminente se dice "Aquí vienen los vándalos" y para castigar las conductas inaceptables de alguien se dice "Usted es un vándalo."
En 455 el terror vino del mar: Genserico con sus vándalos zarpó de Cartago y llegò a la costa de Lacio, remontó el Tíber y cayó sobre Roma. Hubo un tratado de paz firmado en 442, pero que representó a Roma había sido asesinado, el general Aecio de Valentiniano III y esto de Petronio Máximo que ahora quería casarse con la viuda amenazando de muerte a la emperatriz; Eudoxia para salvarse había llamado a Genserico.
Tan pronto como los barcos de Genserco llegaron frente a Portus, Roma cayó en el desorden y la desesperación; Petronio, como dice Gregorovius, no organizó la defensa, pero él rechazó la corte y los siervos y huyó. Los nobles y el pueblo confundidos y enojados hicieron alboroto contra a Petronio y, cuando fue encntrado por la calle, apedrearon a èl y arrojaron el cuerpo al Tíber.
Sólo el Papa León I se enfrentó a Genserico pidiéndole no destruir Roma y matar a sus habitantes; el rey de los Vándalos, ya no temía el poder de Roma, sólo estaba interesado en las riquezas de la ciudad y prometió que sólo hubiera saqueado Roma sin matar alguien.
Genserico entró en Roma, se instalò en el Palacio Imperial del Palatino y durante catorce días sus Vándalos y Berberos que estaban a su ejército, saquearon los palacios y templos de Roma;, cronistas hablan de vagones, llenos de estatuas, bronces, dorados y sed, que trajeron continuamente los tesoros a los barcos amarrados a lo largo de aterrizajes en el Tíber.
Gregorovius dijo que Genserico despojò por completo el Palacio imperial, vino a quitar la mitad del techo de bronce dorado del templo de Júpiter y se llevó todos los tesoros que Tito había traído a Roma desde el Templo de Jerusalén como la Menorah que ha desaparecido desde entonces. Procopio afirma que una de las naves, llenas de estatuas, naufragó, pero no las otras, cargadas con el botín que llegaron al puerto de Cartago para embellecer la residencia de Genserico.
Genserico y sus hombres a través de los tesoros de incalculable valor, tomaron numerosos rehenes, incluyendo Licinia Eudoxia viuda del emperador Valentiniano III y su hija Eudocia y además el hijo del general romano Ezio, Gaudencio. Eudocia se casó con el hijo de Genserico Hunerico en Cartago unos meses más tarde, cuando su madre y su hermana, que era esposa del poderoso senador romano Olybrius fueron enviadas a Constantinopla por expresa petición del emperador de Oriente.
Cuando el Papa León pidió y obtuvo por Genserico, que no se habría quemada la ciudad, masacrados sus habitantes y saqueadas las iglesias sabían que todo el oro y mármol y todo el que estaba en los edificios públicos y en las casas de los nobles y comerciantes serían despedidos.
En unas pocas horas hasta el 2 de junio se rompió la carrera para esconder tesoros privados grandes y pequeños; en las casas se encerraron en nichos de pared joyas y dinero que ahora se encuentran en las excavaciones arqueológicas.
Hay obras de arte famosas que, de esta manera los antiguos romanos seguramente han guardado como la colosal estatua de bronce de Hércules Invictus (ahora en exhibición en el Palacio de los Conservadores), descubierta en el siglo XV escondida en una cripta subterránea en el Altar de Hércules en el Foro Boario y otras dos estatuas hoy famosae fueron escondidas para protegerlas.
En el febrero de 1885 a las laderas occidentales del Quirinal, en la Calle IV Novembre, entre las paredes de la primera y la segunda fundación del imponente edificio identificado como el Templo del Sol fue descubierta una estatua de bronce llamada "príncipe helenístico"; un mes más tarde se descubrió cerca una segunda estatua colosal de bronce: "el pugil en reposo". Segùn el arqueólogo Rodolfo Lanciani, el gran cuidado con que la obra maestra fue escondida en una cavidad en los cimientos del templo, la colocación de la figura, sobre de un capitel dórico de piedra, y siendo cubriérda con tierra fina tamizada, con el fin de preservar de daños el bronce, indicó que esta estatua, sino también las otras fueron enterradas intencionalmente para salvarlas de un peligro inminente.
Hay otros resultados que tienen historias similares, pero otras estatuas todavía están a la espera de ser descubiertas; la pregunta pertinente es por qué no fueron más desenterradas?
Después de los trágicos días de la 410 y 455, cuando primero los Visigodos y luego los Vándalos saquearon Roma, muchos huyeron de la ciudad, muchos fueron asesinados y muchos fueron esclavizados y es probable que los que escondía los tesoros han sido una de las víctimas y es por esto que su secreto se ha mantenido tal.
de M.L. ©ALL RIGHTS RESERVED (Ed 1.0 - 19/10/2016)