El Templo de la Tempestad
Publio Ovidio Nasòn en el Fasti recuerda una Templo de la Tempestad, construido por Escipión en la Vía Apia cerca de la tumba de los Escipiones.
Aedes Tempestatis, parece haber sido construido para cumplir una promesa de Lucius Cornelius Scipio, hijo de Barbado, quien durante su consulado en 259 A.C. conquistó Córcega y la ciudad de Alearia ( hoy Aleria).
La flota romana fue contratada en grandes batallas navales durante la primera guerra púnica; el conflicto estuvo marcado por una larga serie de batallas alternando con tres naufragios terribles causados por tormentas fuera de lo común que privaron Roma de más de 500 barcos. No obstante, la determinación de los romanos nunca fue menor y permitiéndoles llevar hasta cinco principales victoria naval sobre los cartagineses. Por lo que habia salvado su flota y asì permetiendole traer una victoria naval importante sobre los cartagineses, Lucius Cornelius erigió el templo en honor de la Diosa.
Los que hubieron surprendidos de una tormenta marina dirigian ruegas a la Diosa de la Tempestad para que salvara sus vidas. Después de ser rescatado del naufragio iban a llevar sus agradecimientos al templo y allí colgaban las tablas donde habían dibujado los activos que habían perdido, pero antes se les permitió ir, con estas placas exvotos colgados alrededor del cuello, por las plazas y las calles pidiendo ayuda y rescate por lo que habían perdido.
La certeza de la existencia del templo está dada por una inscripción que se encontró en el año 1616 grabado sobre una losa de peperino entre las ruinas de la tumba de los Escipiones.
"En Roma, muchos reconocen que sólo él era entre los ciudadanos el mejor, Lucius Scipio. Hijo de Barbado, cónsul, censor y edil entre vosotros. Tomó Córcega y la ciudad de Aleria, consagró un templo a la Tempestad, a su mérito".
En el templo dedicado a la Diosa, el día de su fiesta 1 de junio (nefasto), en su altar se le inmolaban una oveja negra.
Del templo permanece alguna estructura como una habitación subterránea y abovedada con paredes de lunetos que están incorporadas en una villa del siglo XVI llamada Villa de las Sirenas.
La villa es de propiedad privada y no está abierta al público, pero una de las leyendas de Roma cuenta que en este lugar se respondió a los deseos mas al contrario, es que para encontrar el amor se debe pedir a permanecer soltero, en busca de trabajo ser siempre desempleados y así sucesivamente... El nombre parece estar ligado a las míticas sirenas de Ulises que prometiàn a los navegantes cada placer para hacerles naufragar en las rocas; es posible que la Diosa de la Tempestad con sus poderes todavía existe y reclama su templo y caprichosa como pueden ser solo los dioses, busca castigar a los hombres por el homenaje que no recibe hasta mucho tiempo. Para expresar el deseo tienes que ponerse delante de la fachada, que en el primer piso tiene una hermosa galeria y pedir ser desventurados para vivir felices y contentos.
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