Las tabernas ignobiles del Panteón
En la pared del edificio en el número 14 de la Plaza de la Rotonda, frente al Panteón, una placa de mármol es visible una reminiscencia de los trabajos de demolición, encargado por el Papa Pío VII en 1823, con el objetivo de liberar a la plaza por los doseles y porches de madera que la sofocaban para devolverla en su belleza:
PAPA PÍO VII EN EL AÑO XXIII DE SU REINADO A TRAVÉS DE UN MUY PROVIDA DEMOLICIÓN AFIRMO' DE LA ODIOSA FEALDAD LA ÁREA DELANTE EL PANTEÓN DE M. AGRIPA OCUPADA POR IGNOBILES TABERNAS Y ORDENO' QUE LA VISTA RESUELTAS LIBRE COMO EN LUGAR ABIERTO.
El Papa hizo para mover los carros y los despachos de galineros y hortelanos que eran de mercado, sino que también demoler los cobertizos de los edificios que se extiendian sobre la plaza y en las que tenían sus ubicaciones pocas antiguas tabernas definidas"tabernas ignobles ", porque los clientes eran a menudo borrachos y con su comportamiento molestaban a los frecuentadores de la plaza, que ya en aquella época era la mitad de los peregrinos y viajeros extranjeros.
Pero, tal vez, el epíteto de tabernas estaba vinculado a una antigua crónica que se refería a una de las posadas y que se transmite por el Abad Benedetti, en las crónicas de los tiempos.
En la Plaza de la Rotonda tenía su posada un carnicero de Nursia y su esposa y eran muy buenos en su "arte" tanto a ser conocido a través de Roma; la fama de las salchichas del carnicero de Nursia duró muchos años hasta que empezó a extenderse el rumor de que las salchichas eran buenos porque estaban hechas también de carne humana.
La voz se hizo más insistente, y al mismo tiempo para el Capitán de Justicia comenzaron a llegar noticias de personas desaparecidas; hecieron las investigaciones necesarias y descubrieron que el rumor era cierto: los dos carniceros atraían a los clientes de una cierta "pesantez" en el sótano y los mataban con un palo, las ropas fueron quemadas y el resto confundido con lo demàs de la matacìa.
Fue el Papa Urbano VIII, que oída la historia, decidió la clase de muerte que iba a ser impuesta sobre ellos; el 3 de febrero de 1638 se estableció la horca en la Plaza de la Rotonda y los "dos carniceros impíos malvados" se mataron de un porrazo en la cabeza, degollados y descuartizados.
Plaza de la Rotonda desde el siglo XIX ha sido objeto de algunas obras de restauración que se ha centrado principalmente en la fuente coronada del obelisco, pero alrededor todo se ha mantenido de la Plaza de hace cinco siglos y donde hubo "tabernas" ahora hay bares y restaurantes.
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