El funeral de Julio César
El asesinato de César fue en el 44 A.C. a los Idus de marzo (15 de marzo) en la Curia de Pompeyo en Campo de Marte, 23 apuñaladas acabaron con su vida; en la víspera de Idus, discutiendo sobre lo que fuera la mejor muerte, dijo a Marcus Lepidus "entre ellas prefiero un rápida y repentina".
La noticia se difundió de inmediato, las calles se vacían y temor estaba llevando a cabo en Roma; incluso los asesinos tenían miedos y se refugiaron en la Capitolium. El cuerpo de César fue puestp en una camilla y llevado a la Domus Publica, donde residía como Pontifex Maximus y entregado a su esposa Calpurnia quien lo hizo parar al ritual final: los criados lavaron el cuerpo y lo perfumaron con los ungüentos, fue revestido de la toga praetexta y, cubrierta la cabeza, puesto en el lectus funebris entre las imágenes de sus antepasados.
En los 3 días siguientes las mujeres hicieron la vela funebre mientras en Roma se decidiò por el futuro.
El primer dìa fue inaugurada su voluntad que hizo Octavio su sucesor y heredero de gran parte de sus bienes, también dejó a cada ciudadano de Roma 300 sestercios y a Roma los Hortes que César tenía por el Tíber.
El segundo día fue el día de la política; mientras los equites de Lepidus mantuvo el orden en la ciudad, el Senado se reunió para decidir el futuro de Roma; la fuerte facción contraria a César obtuvo amnistía por los conjurados conspiradores y asignaciones a Bruto y Casio; Marco Antonio pidió y obtuvo que ninguna ley o acto decidido por César haya perdido su eficacia y tambien fue reconocids la naturaleza divina y la proclamación como Divus Julius.
Al día siguiente fue celebrado el funeral: el cortejo fúnebre salió de la Domus Publica entre gritos desgarradores de Calpurnia, el ataúd fue apoyado por los magistrados, circundado por los patricios y plebeyos que habían desempeñado cargos s y seguido por una multitud de ciudadanos y de los veteranos; viajó por la Via Sacra a la Rostra en el Foro. Aquí dio el discurso funerario Marco Antonio, que en la alabanza recordiò lo que César hizo por Roma y también lo que había dejado a todos romanos y demostró las dagas sangrientas de conspiradores y la túnica ensangrentada de César; en estas palabras se levantó la gente: dos soldados lanzaron cirios en el catafalco donde puso el cuerpo y después algunos veteranos de las legiones puso sus armas en el fuego, las joyas de las matronas y toda la gente alimentaría el incendio destruyendo las tribunas de madera dispuestas para la ceremonia. Los equites de Lepidus tuvo que detener a la multitud que recogió las brasas del fuego y querià ir a las casas de los conspiradores Junius Brutus y Cassius Longinus para incendiarlas.
Las cenizas de César fueron recogidas el proximo dìa, colocadas en un altar y adoradas como divinaS; en el sitio para algunas noches las velaron los judíos en gratitud de los privilegios que concediò a su gente de Alejandría.
Las cenizas de César fueron colocadas en una urna y las leyendas del siglo XII informan que luego fueron encerrados en un globo de oro en la parte superior del Obelisco en el circo de Nerón en la Colina Vaticana.
En el Mirabilia Urbis Romae se cuenta de cómo los peregrinos llegados a Roma fueron reverentes ante el Obelisco ubicado en las cercanías de San Pedro; la costumbre era mal sufrida por la iglesia hasta que el Papa Sixtus V tuvo que mover el Obelisco en la Plaza de San Pedro y ordenó retirar el globo y reemplazarlo con una cruz que contiene la reliquia de la crucifijo.
El arquitecto Fontana informa que en el interior del globo no había nada más que polvo de óxido y hierro: pero si el globo fue de oro no podía haber ningún polvo de hierro y luego...
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